jueves, 18 de julio de 2013

Edmund Husserl, Meditaciones Cartesianas


La filosofía -la sabiduría- es una incumbencia absolutamente personal de quien filosofa. Debe desarrollarse como su sabiduría, como su saber, adquirido por él mismo y tendente a lo universal, del que él puede hacerse responsable desde un comienzo y en cada uno de sus pasos sobre la base de sus evidencias absolutas. Si he tomado la decisión de consagrar mi vida a esa finalidad, es decir, la única decisión que puede llevarme a un desarrollo filosófico, entonces he elegido con ello comenzar en la absoluta pobreza de conocimiento.
En estas palabras, transcritas de la página 4 de la introducción  de las Meditaciones cartesianas, encuentro la expresión directa de lo que considero la posición de partida de todo filósofo principiante. Este, como filósofo que principia, quedaría comprendido como aquel que asume, desde  el comienzo u origen de su reflexión, responder de su propio saber: hacerse cargo de su propio saber y responder de él. 

miércoles, 10 de julio de 2013

Friedrich Nietzsche, Sabiduría para pasado mañana.

La siguiente cita la he obtenido de la Antología de fragmentos póstumos titulada Sabiduría para pasado mañana (editorial Tecnos, 2ª de. 2009):
En cuanto pretendemos determinar cuál es el fin del hombre, estamos presuponiendo un concepto de hombre. Mas solo hay individuos, de lo hasta ahora conocido solo obtenemos un concepto a cambio de desatendernos de lo individual, por eso, establecer el fin del hombre significaría impedir que los individuos lleguen a ser individuales, conminándoles a ser universales. ¿No debería ser al revés, que todo individuo supusiera la tentativa de lograr, gracias a lo que de individual tuviera, una especie superior a la del hombre? Mi moral estaría en ir suprimiendo en los hombres lo que de universal tienen, en ir especializándolos, hacerlos hasta cierto punto incomprensibles para los demás (y, así, objeto para ellos de vivencias, de asombro, de extrañeza).
Y yo pregunto, ¿de dónde ese empecinamiento por que el individuo ha de suponer una tentativa de lograr superar el concepto de hombre? Suscribiría suprimir en los hombres lo que de universal tuvieran. Pero si solo hay individuos, ya nada de universal habría de hecho en cada hombre. Lo universal consistiría en el empecinamiento por imponer un modo de comprender. Al igual que la exigencia de superación supone otro modo de comprender.
Ahora bien, ¿por qué comprender al hombre de otro modo (negación de lo universal) iba a presentar más valor? La respuesta de Nietetzsche la acepto sin rechistar: porque comprender así a cada individuo supondría que cada individuo se constituyera como objeto de vivencias, de asombro y de extrañeza para cualquier otro.
De este modo Nietzsche expuso sus razones de valer de la diferencia entre modos de comprender y así expresaba su inclinación por uno de ellos.

martes, 9 de julio de 2013

Escrito por Heidegger

La siguiente cita la transcribo del libro titulado Conceptos fundamentales, que contiene el curso del semestre de verano impartidos por Heidegger en la Universidad de Friburgo en 1941:
Que continuamente tengamos que decir "es" siempre que tenemos que decir algo, indica que lo que nombramos "así", o sea el ser, pide la palabra, una palabra a la que, desde luego, permanecemos a la vez constantemente sordos. (Heidegger, Conceptos fundamentales, Alianza Universidad, 1989; traducción de Manuel E. Vázquez García).
 Cuando leo textos como este, siempre me surgen cuestiones que sinceramente desearía haber podido preguntar al autor: ¿qué sucede cuando no tenemos algo que decir, el ser dejaría en esos casos de pedir la palabra? 
Insistiría, ¿si no se tuviera nada que decir, a qué se permanecería sordo? ¿Por qué ese nosotros que queda descalificado por su permanente sordera? ¿Se ceñía el autor a los alumnos o a cualquier hipotético oyente? ¿No es suficientemente extraño que el ser pida la palabra para después añadir que se permanece constantemente sordo ante esta petición?
Aquí encuentro una estimación que atribuyo a Heidegger como el autor de las palabras y en ella no me identifico. Por lo tanto, en ella encuentro algo propio de otro: el otorgamiento de valor al ser que pide la palabra.