viernes, 30 de agosto de 2013

Otra cita de Heidegger.

Acabo de leer en la página 147 de Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo, la siguiente afirmación:
-En primer lugar, en el conocimiento el "para qué" ¡no es ningún criterio primordial!
Y me hubiera gustado preguntarle que, quizás, para la determinación del ser sí que pudiera constituirse como criterio primordial. Pienso que cabría considerar la esencia del ser como un movimiento que se mueve por algo, o que no se mueve por nada. Dicho con otras palabras, un movimiento que al moverse da a conocer "para qué" se mueve y "hacia qué" se mueve. O un movimiento del cual si se ignoraran las razones de ese "para qué" se mueve, quedaría desconocido como tal movimiento. 

Heidegger, Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo.

Transcribo la siguiente cita de Heidegger (Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo, página 80, Alianza Editorial, 2006; traducción de Jaime Aspiunza) porque cuando la leí de inmediato me llamó la atención la posición del pensador, el lugar desde el cual emergieron esas palabras: un lugar más cercano a las palabras que a las cosas. Dice así:
No es tanto que primariamente veamos los objetos y las cosas, sino que antes de nada hablamos de ellas; mas exactamente, hablamos no de lo que vemos, sino que, al revés, vemos aquello de lo que se habla.
 ¿Por qué la generalización introducida por el uso de la primera persona del plural? Yo no me considero incluido en ese nosotros, quizás porque me cuesta un gran esfuerzo hablar de las cosas o porque cuando consigo encontrarme en silencio entre las cosas, nada tengo que decir de ellas.
¿No cabría decir que algunos ven aquello de lo que hablan y otros hablan de aquello de lo que ven? ¿No cabría guardar silencio? 
¿No cabría permanecer o buscar el abrigo en el silencio de las cosas?
Ahí en la opción expresada por el pensador reconozco su posición de valor. Heidegger al expresarse otorgó valor a lo que queda expresado. Valoración que entiendo puesta de manifiesto al tratar determinar el carácter de lo a priori (literalmente, lo primariamente considerado). La cuestión no estribaría en determinar la verdad de lo dicho, sino en las razones que llevaron al pensador a decirlo.