domingo, 15 de septiembre de 2013

El mundo afecta

Ayer me detuve a pensar el siguiente enunciado: el mundo afecta...
La frase completa a la que pertenece es la siguiente:
El mundo afecta al ocuparse, es decir, al descubrirse el mundo en el ocuparse comparece no ante un mero quedarse mirando contemplando algo que está ahí, sino que primariamente y en todo momento (también al quedarse mirando el mundo) comparece ante un estar-siendo-en-él, cuidándolo, atendiéndolo. (Heidegger, Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo; Ed. Alianza Editorial, 2007; p.318).
He transcrito el enunciado completo por una cuestión de justicia, pero mi interés se dirigió hacia las tres primeras palabras: el mundo afecta. 
Entonces escribí: Las palabras escuchadas y leídas, como parte de ese mundo que son, también afectan a todo aquel que se ocupe leyéndolas (a todo el que se encuentre ocupado con su lectura). Y todo lo que afecta mueve. Y si mueve, moverá a alguien. Y aquel que se mueve transita. Andará ocupado. Y todavía quedará por preguntar por el quién del que así anda ocupado. 
Y acabé, el mundo no afecta, sino que en el mundo se da un ser afectivo: se da el ser que resulta afectado o que transita emocionado: un ser animado.

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