martes, 21 de enero de 2014

Acerca de la seriedad.

Esta mañana leí las siguientes palabras «así pues, se toman en serio las demostraciones». Es cierto que estas palabras pertenecen a Heidegger, pero la autoría considero que aquí no tiene mayor relevancia. Cualquiera sabe tomarse una demostración en serio. Pero me quedé pensando un momento y entonces surgió la pregunta, ¿qué es eso de «tomar en serio»? ¿qué es la seriedad? Y, aunque me sonrío, lo pregunto muy en serio. Y otra vez se cuela la palabra. Cierto que escribo en serio, pero ¿qué quiero decir al expresarme así? ¿Podría escribir no en serio? Sí, podría escribir en broma. Pero, ¿podría tomarme esa broma... en serio?
Y no se crea el lector que a continuación responderé mejor a estas preguntas. Al contrario, con cada palabra que escribo, conforme arrugo la frente aparece la tentación de prescindir del término seriedad. Me gustaría decir: «En serio, a partir de ahora ya no me tomaré nada en serio, pues dejaré de usar esa palabra». ¿Cambiará por eso mi vida?   ¿Podría de dejar de tomarme las cosas en serio sin dejar de hacer todo lo que hago tal y como lo hago?
¿Y... quién inventaría la seriedad?
Y así me quedo dudando acerca de la legitimidad de juzgar mi conducta con fundamento en la seriedad o falta de seriedad...
¿Habrá habido antecesores nuestros, ejemplares de la especie homo sapiens, de los cuales no podría decirse con rigor que eran gente seria ni no seria?

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